El otro día una amiga que es profesora me contó que una de sus alumnas le preguntaba dudas de clase por Whatsapp, también me enteré de que algunos padres y la tutora de mi hija se whatsapeaban, y hoy me he dado cuenta de que en diez minutos en la puerta del cole podía aprender más de escolarización que en una década de profesión…Llegado este punto y dedicándome a las TIC, no me quedó más remedio que profundizar en el tema.

Así, he podido comprobar que a día de hoy, y desde siempre, la mensajería interna de nuestras plataformas educativas es la funcionalidad con mayor uso y por la que más se interesan los usuarios. Es curioso que existiendo funcionalidades específicas, por ejemplo para notificar faltas, los padres prefieren utilizar esa mensajería para informar a los profesores de las ausencias de sus hijos. Seguramente porque es más rápida y directa.

Me pregunté entonces, ¿estamos deseando comunicarnos o es que cuando nos lo ponen fácil todo es posible?

La educación nos pide a los padres que formemos parte de ella, lo cual es lógico, el cómo es lo que no lo parece tanto. No conozco muchas redes sociales tan potentes como la educativa, con grupos tan bien definidos y competencias tan bien asumidas. Seguro que por ella, gigantes como Google abandonarían sus “círculos”. En mi trabajo diario modelo soluciones para que aprovechemos esa fortaleza, y si la incompatibilidad de horarios dificulta tratar cara a cara con un profesor, que podamos enviarle un mensaje instantáneo, como hacemos con nuestros otros contactos. Si hasta por la tarde no veo a mi hija, que pueda saber lo que ha comido gracias a un servicio push con el menú diario. Y para hablar de la fiesta de fin de curso, ¿por qué no una videollamada con otros padres?, con los clientes funciona.

Todo esto, que en nuestra vida profesional es cotidiano, ¿por qué parece ciencia ficción cuando intentamos imaginarlo en el mundo de la educación? Nosotros, padres comprometidos, estaremos más informados, más conectados y a cambio, menos estresados.

En el fondo nos gusta pertenecer a una red, formar parte de lo que nos define como personas. Sólo falta, que en el caso de la red social educativa (redE), se nos dé más acceso a ella, y a los servicios que puede proporcionarnos.

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